domingo, 26 de febrero de 2017

Felicidad ajena.

Cuando se me secó el corazón, comencé a rellenarlo con felicidad ajena. Los logros de la vecina, el crecimiento del pequeño restaurante donde solía comer, los premios a los artistas que me gustaban, el primer beso de mi primo chico, las plantas crecientes del huerto de mis abuelos y hasta el pájaro que llegó a destino.
El mundo avasallador ya no era triste ni solitario, mucho menos oscuro. Sólo estaba alumbrando otros escenarios, el mío ya se había apagado.

sábado, 25 de febrero de 2017

Bajo siete llaves.

Con un montón de pequeñas llaves, algunos errores mezclados con un poco de decepciones. había cerrado por completo su corazón. Lo mutiló, lo silenció, lo enfrió, hasta no sentirlo más. Lo había dejado aislado de la miseria humana-cerebro-emocional-cardíaca. 

viernes, 17 de febrero de 2017

Pesadillas

Tal como el Rey Jorge VI, la vida me había dejado atónita, sin palabras. Un discurso a medio articular producto del tartamudeo innato que provoca el miedo. La vida había dado tal vuelco, que ni yo era capaz de conciliar el sueño y reír por las mañanas... Me había transformado en mi peor pesadilla.

lunes, 13 de febrero de 2017

Miseria

Había contemplado hasta el último rincón de su existencia. Allí, donde nadie creía que llegaba su temperamento, es donde yo ponía mis ojos.
Unas quinientas veces me pregunté si había soñado conmigo, si se había acordado de mi antes de dormir o cuando contemplaba el atardecer por su ventana. Una que otra vez también me cuestionaba si era parte de los recuerdos que alguna vez atesorará y recordará antes de morir, pero me detuve ante tal pensamiento. Tal desdicha me estaba convirtiendo en algo que no era (O más bien soy) y me estaba haciendo vivir una vida que no tenía. cobijar sentimientos que no me pertenecían y acumular centenares de escombros en mi corazón, afilados en dolor y odio, en tristeza y en miseria. 

jueves, 2 de febrero de 2017

La Ciudad.

Cuando las luces de Santiago se apagaban, mi corazón enardecía, se convertía en llamas para prender, para encender la poca pasión que quedaba dentro de mí, cuando mirando los autos desde el piso 19, sentía que iba a morir.