domingo, 9 de julio de 2017

Otoño

El otoño había llegado con luvia y amenazas de guerra entre Estados Unidos y Siria. Entre las hojas amarillentas se encontraban mis pensamientos tan caóticos como para comenzar una revolución.
Me había prometido comenzar de nuevo, pero sólo había pensado en tirarme del balcón una vez menos que la semana pasada y fingir una sonrisa más creíble ante los demás.
Éste otoño había llegado con más crueldad que nunca, aprovechándose de la soledad y el vacío, queriendo invadir todo a su paso, como si no importara nada más. Tomando recuerdos alegres para transformarlos en monstruos, que sólo inundaban la mente de tristezas.
El otoño había llegado y para quedarse, aunque fuera invierno, primavera o verano. El otoño había llegado para llevarse todo lo que ya me habían arrebatado.   

Amanda

La palabra amante no era algo que le molestara demasiado a sus 21 años, un término que siempre era asociado a la suciedad, infidelidad y otros términos negativos, para ella sonaba bien, casi un término carnal, sensual, digno de vivir o experimentar al menos alguna vez en la vida. De hecho, tenía un dejo romántico, saturado en aventuras dignas de ser pasmadas en libros, micro-cuentos o alguna fotografía.
Los domingos tampoco la hacían sentir vacía, como a la mayoría de los mortales, había escrito y reescrito tantas veces distintas aventuras en esos días, que era su momento de la semana favorito. Apoderarse del barrio Bellas Artes, era su ritual; juntaba caricias, besos, lágrimas y deseo de lunes a sábado, para perderles aquel día, en la mujer que había robado sus sueños hace un par de años. Contaba eternamente las horas hasta que finalmente llegara el momento, donde la piel morena quemara los últimos restos de culpa y miedo en aquellas calles ausentas de vida humana, donde amarse no era más que el sinónimo directo de felicidad.
No sabía si su nombre tenía un estrecha relación con la palabra ''amar'' pero sin duda, era lo mejor que sabía hacer. Dejar los pensamientos y sus virtudes reposando en alguna bella mujer, era lo que le mantenía viva, el sufrimiento era el estrecho hincapié que todos los días le recordaba que era humana.


miércoles, 15 de marzo de 2017

En otra vida

Yo hubiera tomado de tu mano y apreciado cada sonrisa que provenía de tu boca. Hubiera secado tus lágrimas, disipado tus cicatrices y curado tu mal humor. También hubiera reído detrás de tus enojos y acompañado en cada locura. Te habría nombrado la musa de mis letras y atesorado cada segundo a tu lado.
Espero que en esta vida alguien, de todo corazón, lo haga por mí, porque no aguanto no verte feliz.

domingo, 26 de febrero de 2017

Felicidad ajena.

Cuando se me secó el corazón, comencé a rellenarlo con felicidad ajena. Los logros de la vecina, el crecimiento del pequeño restaurante donde solía comer, los premios a los artistas que me gustaban, el primer beso de mi primo chico, las plantas crecientes del huerto de mis abuelos y hasta el pájaro que llegó a destino.
El mundo avasallador ya no era triste ni solitario, mucho menos oscuro. Sólo estaba alumbrando otros escenarios, el mío ya se había apagado.

sábado, 25 de febrero de 2017

Bajo siete llaves.

Con un montón de pequeñas llaves, algunos errores mezclados con un poco de decepciones. había cerrado por completo su corazón. Lo mutiló, lo silenció, lo enfrió, hasta no sentirlo más. Lo había dejado aislado de la miseria humana-cerebro-emocional-cardíaca. 

viernes, 17 de febrero de 2017

Pesadillas

Tal como el Rey Jorge VI, la vida me había dejado atónita, sin palabras. Un discurso a medio articular producto del tartamudeo innato que provoca el miedo. La vida había dado tal vuelco, que ni yo era capaz de conciliar el sueño y reír por las mañanas... Me había transformado en mi peor pesadilla.

lunes, 13 de febrero de 2017

Miseria

Había contemplado hasta el último rincón de su existencia. Allí, donde nadie creía que llegaba su temperamento, es donde yo ponía mis ojos.
Unas quinientas veces me pregunté si había soñado conmigo, si se había acordado de mi antes de dormir o cuando contemplaba el atardecer por su ventana. Una que otra vez también me cuestionaba si era parte de los recuerdos que alguna vez atesorará y recordará antes de morir, pero me detuve ante tal pensamiento. Tal desdicha me estaba convirtiendo en algo que no era (O más bien soy) y me estaba haciendo vivir una vida que no tenía. cobijar sentimientos que no me pertenecían y acumular centenares de escombros en mi corazón, afilados en dolor y odio, en tristeza y en miseria.